martes, 20 de octubre de 2009

As you like it

Las películas, además de personalidad, tienen su destino. Algunas tienen buena ventura y renacen en cuanto formato existe o está por existir. Otras reaparecen periódicamente como la primavera y nos sorprenden gratamente en la calesita del zapping. Otras tienen un reflujo constante como la acidez y dan ganas de erradicarlas del cable a los escobazos. Y están las de poca fortuna. Las se pierden en los laberintos de los depósitos. Las que esperan pacientemente la resolución de los litigios por sus derechos entre creadores y productores. Las cenicientas sin final feliz, relegadas eternamente por las distribuidoras que privilegian proyectos que se venden con más facilidad. Las que se olvidan burocráticamente hasta que la productora necesita sacar réditos de donde sea. Las que envejecen solas porque surgieron de empresas independientes que se retiraron del mercado. Y las que nadie reclama ni recuerda.


Y están las que se prometen y no llegan. Las que se traspapelan. Las que fondean en el puerto, no desembarcan y se marchan. Las de personalidad histérica y destino incierto que se hacen desear y desear.


As you like it o Como gustéis, la versión cinematográfica de Kenneth Brannagh de la obra de William Shakespeare (Willy Speare para los amigos) parece querer inscribirse en esta última categoría. Se filmó en el 2005, se estrenó con discreto éxito en Inglaterra, se distribuyó sucintamente en EE. UU. y en selectos países de Europa en el 2006, y hasta la fecha el único país latino que gozó de una distribución en DVD fue México. Pagada por HBO films, no se la incluyó en la programación de esa señal Premium, nadie la subió a Internet y permanece como una promesa impaga de entretenimiento y buen cine si uno cree las referencias de los que la vieron.


No ayuda a que la promesa se concrete que la protagonicen Bryce Dallas Howard y Adrian Lester. Ella es una actriz que se perfila para estrella (protagonizó los sonados bodrios de M.Night Shayamalan: La aldea y La dama en el agua, y hace poco acompañó a Christian Bale en Terminator Salvation), pero aún no encontró el proyecto que la catapulte. Él es un actor negro muy popular en Inglaterra, pero desconocido por estos lares. Ayuda en cambio que estén en roles secundarios sólidos actores de aceptable popularidad: Kevin Kline y Alfred Molina.


Como apasionado del cine, leo con devoción la revista del cable buscando las perlas en las anodinas ostras. Grande fue mi sorpresa cuando la vi anunciada en Film&Arts. Confirmé que fuera la misma que viste y calza en la página web de esa señal. Sí, me dijeron, es ella. Se exhibía por primera vez hoy, martes 20 de octubre a las seis de la mañana. Programé con unción la grabadora. Cuando me levanté vi que ningún corte de luz interrumpió el proceso y fui a dar clases con la alegría de una recompensa segura. Volví de la escuela, me serví un café, apagué los teléfonos y me senté a disfrutar. Pero no, ¡sorpresa!, no era ella, la de Kenneth Brannagh, sino una versión pedorra y desangelada de la BBC. Un auténtico bodrio indigesto e indigerible en el que ni Willy Speare se salvaba. Hasta el café se había enfriado. Apagué todo, prendí los teléfonos y me fui a Internet para conformarme por enésima vez con el tráiler. Y si escribo esto es para dejar constancia que aunque ella me dejó plantado, yo la deseé. Y cómo.

Un abrazo,
Gustavo Monteros

domingo, 4 de octubre de 2009

Los abrazos rotos

Pedro Almodóvar, prototípico niño mimado de la crítica y el público, sufre con estos “abrazos rotos” los primeros reveses de su larga y prolífica carrera. Esta película no despertó mucho entusiasmo en los festivales internacionales en que la presentó. El público español la ignoró olímpicamente. Y la Academia de Cine española no la eligió para que compitiera por el Óscar como Mejor Película Extranjera; optó por El baile de la victoria de Fernando Trueba, protagonizada por Ricardito Darín, el grande.


Es su película “más”. La más cara (15 millones de euros), la más larga tanto en rodaje (14 meses) como en duración (127 minutos), la que más argumento tiene… y la más fría.
Como todos sus films anteriores es un homenaje al cine y a los trucos lícitos del arte de narrar en imágenes. Como en La mala educación se cita a sí mismo en el ejercicio de cinefilia, incluyéndose entre los maestros del cine. Contrariamente a La mala educación y a Volver, esta vez sus historias cierran y no quedan como caprichosas e ilógicas narraciones. Como en Todo sobre mi madre, los personajes están perdidos en un laberinto de espejos y tienen más de una cara. Lo que no hay es la alegría, el fervor de las primeras películas. Su cine ha ido ganando seguridad formal, perfección técnica y ha ido perdiendo el alma, la pasión, las ganas. Todo es muy bonito, suntuoso, seductor pero vacío de enjundia y misterio. Parece una telenovela que se mira mientras uno espera el programa que sigue. Entretiene mientras dura y se olvida ni bien termina. Jamás engancha ni convive con nosotros. Queda ahí, en la pantalla, perdida en sí misma.


Penélope Cruz, al natural no debe llamar mucho la atención, pero la cámara la vuelve un animalito hermoso y fascinante. (Cuento en realidad la experiencia de Woody Allen, que se decepcionó cuando la conoció, pero la amo cuando la vio en cámara.) Blanca Portillo es una actriz portentosa. Todos los actores están muy bien, pero ya se sabe, cinematográficamente los actores no le generan mucho morbo, su mundo es el de las mujeres.


Que Pedrito es un grande, nadie puede discutirlo. Queda por ver si podrá reinventarse a sí mismo o si se encerrará en sus obsesiones alejándose más y más de su público de siempre. En la conferencia de prensa de Cannes dijo que Scorsese debía dejar a DiCaprio y volver con DeNiro, porque juntos hacían mejores películas. Quizá él deba zanjar de una vez sus diferencias con Carmen Maura, juntos hicieron algunos films inolvidables que hoy por hoy parecen cosas del irrecuperable pasado.
Un abrazo,
Gustavo Monteros