miércoles, 25 de marzo de 2009

Música en espera

Si los años cincuenta fueron la edad de oro del policial negro en el cine argentino, ésta parece ser un excelente momento para la comedia romántica. Después de las logradas No sos vos, soy yo, ¿Quién dijo que es fácil?, Motivos para no enamorarse y Un novio para mi mujer, llega esta comedia impecable.

El enredo inicial es entre un compositor de música para películas creativamente bloqueado que cree descubrir en una música de espera la melodía que anda necesitando y una subgerente de banco embarazada que necesita un hombre que finja ser su novio ante su madre dominante recién llegada de España.

El guión toma como modelo las mejores comedias del gran maestro Preston Sturges: Las tres noches de Eva, The Palm Beach story, Salve héroe victorioso, El milagro de Morgan Creek, Los viajes de Sullivan, El gran McGinty. Y así cada situación se funde naturalmente con la siguiente, cada objeto que se presenta pivoteará una situación cómica, los personajes secundarios participarán de lo que se llaman “running gags” (gags continuos). Todos los personajes son ricos y están muy bien delineados y el dialogo si bien no tiene “repartee” (intercambio de líneas ingeniosas) es fluido y chispeante.

El director (Hernán Goldfrid) y el coguionista (Patricio Vega) vienen de las huestes de Damián Szifron, colaboraron con él en Los simuladores, Hermanos y detectives, y en Tiempo de valientes. En algún momento de la película, el personaje del compositor (Peretti) dice que no le gustan las comedias románticas pero que si se las piden las hace. Si es una confesión de partes, chapeau. La película resuma talento, creatividad y un amor por la profesión encomiable. Ante tanto cineasta que sólo se mira el ombligo, que alguien no haga la película que quiere, sino la que le ofrecen y exhiba tanto amor, compromiso y respeto por el público merece un gran aplauso.

El trío protagónico (Diego Peretti, Natalia Oreiro y Norma Aleandro) no son sólo reyes de la taquilla sino que nadan como Esther Williams o Johnny Weissmuller en las aguas de la comedia. Verlos dominar este difícil arte es una delicia.

Los aspectos técnicos son irreprochables y por obvias razones se luce la música de Guillermo Guareschi.

Si bien la música en espera es en la vida real exasperante e insoportable, ésta es disfrutable e inolvidable.

Un abrazo,

Gustavo Monteros

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